Luca, Paris y Londres

La calle a uno lo lleva, eso les puedo decir.

La esquina de París y Londres me llego un día para mostrarme que Santiago valía la pena y es en esa misma esquina donde doy comienzo a este viaje, cámara en mano y con la guata a medio llenar (digo medio para insinuar que tiene un tope, algo que sabemos que en mi caso, no existe).

París y Londres descansan sobre adoquines y eso me gusta, cada adoquín entreteje un suelo de escamas irregulares que delinea edificios de arquitectura disímil y armoniosa a la vez, es como encontrarse un the best of  de arquitectura y poder recorrerlo en dos calles. (Eso no quita que en algunos casos fachadas hayan sido “re-estrucadas” y les quedaran como suegra de chiste de Verdaguer)

Tengo destino elegido, voy a la cafetería “Es lo que hay”, la elegí porque no hay mejor lugar para confirmar mi teoría de estomago/bolsillo/pie (si no sabe cual es, remítase a mi columna anterior, si ya sabe cual es, se gano una carita feliz).

Tengo hambre y tengo una luca, así de corta, seguramente usted pensara que el hambre no se conjuga con luca, pero en el “Es lo que hay” si y muy bien fíjese.

Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, aquí en la cafetería no se juega a aparentar nada, de hecho se llama “Es lo que hay” aquí no hay nada de nombres rimbombantes, nada de señalética de alguna marca café en especial (le cuento un secreto, en muchos cafés que usted frecuenta, casi nunca usan el café que promocionan, perdón por herir su alma hipster) nada de bossa nova, nada de cachureos cool en las paredes, nada de adornos, “Es lo que hay” es una cafetería y no necesita ser más, acá hay completos, pailas y  sanguchitos en marraqueta (el pan de molde aun no pervierte este lugar) acá se come rico, por poca plata y lo atienden bien, así de simple.

Me pido la promo, dos completos y un café por luca (10am, desayuno de campeones), me siento, hay una tele, matinal de turno, en la mesa de al lado hablan sobre causas, juzgados y clientes, aun no saco la libreta cuando ya tengo sobre mi mesa el café , y en un movimiento perfectamente coordinado, la chica que me lo trae saca un azucarero de la mesa de adelante, todo rápido, todo simple.

Y llegan los completos, que hace rato deberían estar en el escudo, el pan está ni muy caliente, como para no tomarlo, ni muy frío, como para rechazarlo, en sus lados llevan marca de tostador, un detalle que me hace recordar que el pan calentado (no tostado) en tostador es un pulgar arriba en mi lista de cosas buenas, vienesa, tomate, chucrut y mayonesa, en ese orden, el orden tácito de la arquitectura completistica, la mesa de al lado sigue la charla y pide mas tecito, aquí se dice “tecito” porque uno esta como en la casa, uno se siente bien acá, yo voy por el primer completo.

El rito alterna el café y el completo, el pan soporta estoico la coreografía, ah! olvidé  el Ketchup (único anglicanismo que me cae bien) es suave, un poco ácido y para nada sintético (como esos Ketchup de plasticina, de esos que hay en los carros de sopaipillas) así quese lleva muy bien con el completo, me tomo una pausa y voy por el otro. Entran estudiantes, oficinistas, señoras medias perdidas, uno que otro se come algo, otro pide el baño, otro aprovecha de leer el diario, otro hace hora entre trámite y trámite,  todo piola.

Antes de pararme a pagar reviso el ambiente, Emerson, el cajero/anfitrión/mesero/psicólogo/analista político lleva la batuta en el local, habla con los comensales, tira un par de tallas con mas de alguno y a la pasada, y lo mas seguro es que ni siquiera se da cuenta, le da alma la lugar.

Me paro a pagar, Emerson me da el vuelto, le digo que voy a hacer una columna sobre su local, que su local me gusta, que siempre vengo, el asiente con la cabeza y me dice que no hay problema, sigo tomando fotos, Emerson sale a hablar por celular, la calle sigue su rumbo, yo la sigo, tengo combustible para ello y paisaje de sobra.

Más fotos por acá, entre sin golpear.

http://www.flickr.com/photos/78699649@N08/sets/72157629741685586/show/

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